jueves, 10 de mayo de 2012

Análisis de Coyuntura: “a propósito de la nueva Ley Antidiscriminación”


“...Lo que se impone por la fuerza,
es rechazado y en poco tiempo se olvida...”
Federico Luppi, Lugares Comunes.

Durante los últimos meses y debido al asesinato homofóbico de DANIEL ZAMUDIO, hemos escuchado en gran parte de los medios y en el cotidiano, la discusión sobre una Ley Antidiscriminación. Esta discusión que no deja indiferente a nadie, repite una fórmula ya probada en que la norma legal a través de la coerción (en tanto es el poder hegemónico del Estado -ejercido por unos pocos-) es comprendida como única forma de modificar las conductas de las personas ¿Pero esto realmente genera cambios culturales en los sujetos o en el mismo Estado?

Ejemplos de discriminación tenemos varios en nuestra sociedad: segregación barrial, lógica desde la cual se construye ciudad sin las y los ciudadanos, desde la exclusión y la segregación territorial; discriminación de clase, en educación por ejemplo, los sujetos empobrecidos estudian con otros sujetos empobrecidos, campaña “pitéate un flaite”; étnica, militarización del conflicto social en el sur; generacional, construcción de relaciones sociales entre generaciones desde una matriz adultocéntrica; etc., etc., etc. ¿Para todas estas discriminaciones necesitamos solo leyes?

Una de las tensiones que emerge al pretender un cambio social a través de las Leyes es que, independiente de que exista la sanción, siempre termina siendo para unos pocos. Un ejemplo de esto: los Derechos Humanos forman parte de la (ilegitima) constitución chilena, siendo un acuerdo internacional al que el Estado de Chile suscribió hace muchos años, pero todos los días sistemáticamente se vulneran y solo se sanciona en casos excepcionales.

Por otra parte, nuestra sociedad está “acostumbrada” a negativizar la discusión. Un ejemplo simple es cuando se acercan los mundiales de futbol y mientras en gran parte de América y el mundo se habla de clasificatorias nosotros nos remitimos al término eliminatorias. Esto es (o será) por que no perseguimos la victoria sino que buscamos “no perder”. Así mismo al hablar de una Ley Antidiscriminación buscamos sancionar, a través de la represión, las acciones discriminatorias. No se trata de no comprender la necesidad de la ley, sino de preguntarse acerca de si podemos centrar la discusión en la norma, como si la normalización de las conductas de  los sujetos fuese la única vía posible de regulación social.

Se asume que la ley se “entiende” sabida por todos, pero en la realidad uno solo se entera como opera realmente cuando infringe la ley o cuando es vulnerado en sus derechos. Siendo  una de las bases fundantes de un Estado como el nuestro, pero ¿qué implica hacer la dicotomía entre sociedad e individuos?, decimos esto porque al creer que la norma es la solución, opera una relación de subordinación entre la sociedad/individuo o sea norma/individuos que no es necesariamente efectiva y que peor aún, solo es aplicada para muchos pero para el beneficio de unos pocos, desconociendo la relación dialéctica que existe en la construcción sujeto-sociedad-sujeto como nos la plantea Martin Baro: los individuos construimos una sociedad y al mismo tiempo ésta nos construye como sujetos.

El problema de la discusión centrada en la ley es que la reflexión se reduce a la sanción de la discriminación pero no hay un aporte ni un interés real por iniciar una transformación más profunda. Que la ley exista y sancione no significa que los actos ilícitos dejen de cometerse ni que como sociedad dejemos de discriminar a los sujetos por su diversidad simbólica.

Creemos necesario legislar en un sentido amplio y positivo, con respeto a la diversidad, cuestionando aquellas iniciativas que centran “todos” sus esfuerzos y confianzas en el papel que pueda desempeñar el Estado a través de sus leyes. 

Como Kolectivo Poroto, apostamos por una legislación pro diversidad que promueva cambios culturales, que se remita a lo simbólico llámese sexo, género, generación, clase, etnia, color, etc., y que integre a la sociedad civil a un proceso de transformación, en que nos vinculemos todas y todos. Como desafío reconocemos necesario hacernos preguntas desde nuestros lugares de acción, en este caso, la militancia en género/masculinidades y política, por los aportes que podemos realizar en tanto varones participes de este proceso.

Mayo, 2012.
Comentarios a nuestro correo kolectivoporoto@gmail.com


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